LA CAJA DE ZAPATOS

Maldito el lugar donde reposo, sos una jaula donde me encuentro cautivo, cada vez que cruzo tus puertas me colma una profunda tristeza, ver el mismo paisaje me deprime. Quedarme en tu interior ya no es bueno para mi. Ahora solamente me lastima. 
  Tengo que reconocer que en el pasado había encontrado dentro tuyo, la paz que tanto había buscado por años, podía ver nacer mis sueños ahí dentro y aunque no podían crecer me sentía cómodo. Invente miles de historias y empecé un romance que todavía no termina. Me conocí a mi mismo, pude hablarme para decirme las cosas mas lindas y las mas crueles. Tuve miles de peleas y cientos de discusiones, hasta llegue a reconciliarme. Estudie el mundo y cuestione mi actitud ante una sociedad que no comprendo y donde envidio a quien si sabe desenvolverse en ella con soltura fuiste mi refugio mucho tiempo, donde me protegiste de los demás .cuando no sabia como actuar. Aprendí que siempre voy a ser mi peor enemigo, mi mayor crítico, quien mas me puede lastimar Puesto que soy el dueño de mis acciones. Pero también aprendí  a quererme, a aceptarme como soy, a ver un amigo en mi, alguien que me acompañara siempre en el largo camino de la vida. 
 Pero desde  un tiempo a esta parte, las mañanas se volvieron aburridas y las noches tristes. El paisaje es gris ahora los sueños ya no tienen suficiente espacio para volar con la libertad que se merecen. Tarde fue el momento que me di cuenta, paso tan de repente que no note ti transformación, pasaste de ser mi refugio a mi prisión tu interior dejó de ser seguro. Los muros de la fortaleza se fueron desvaneciendo a medida que paso el tiempo, se volvieron endebles y dejaron pasar al miedo al lugar donde solamente tenia de compañeros a la soledad. Y con el miedo se hicieron presente todo tipo de indeseables que expulsaron la paz y tranquilidad. La burbuja había estallado, pero no puedo quejarme, no puedo decir nada porque mi estancia aquí fue necesaria.
  Tengo que admitir que en un primer momento  me entristeció salir al exterior y verte en ruinas sin darme cuenta que al mismo tiempo se habían roto mis cadenas. Era la hora de reencontrarse con la  libertad. Y antes de irme, de alejarme de ese lugar para siempre, me detuve a contemplarte por última vez y entendí que no fue el tiempo el que te cambio de templo a cárcel. Quien había cambiado era yo. El único culpable de crearte y el único responsable de destruirte. En ese momento tome tus escombros y loa fui guardando de ano en mi corazón. Pero no con la intención de volver a construirte si así lo creo necesario sino para recordar que nunca debiste haber existido. 

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